DECLARACIÓN DE SANTA MARTA | “La región, unida por el cambio”- noviembre 2022

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Resumen ejecutivo

En su VIII encuentro, el Grupo de Puebla ha logrado abrir un espacio amplio de cooperación y puesta en común de una pluralidad de posiciones, en un ambiente de unidad que fortalece todas las opciones progresistas de nuestros países.

La región viene de un panorama adverso, la época del llamado “invierno conservador (2016-2021)”, por lo que buena parte del electorado ha optado por gobiernos progresistas, alentados por los movimientos sociales, el activismo juvenil, el despertar feminista, la necesidad inaplazable de recuperar esquemas de protección social, la garantía de acceso a derechos económicos y sociales y por la coincidencia en que se debe procurar un desarrollo sin alterar los equilibrios ambientales. El proyecto político de Puebla apunta, por ello, hacia una profundización de la democracia social, ambiental, participativa y local.

Hoy, cuando en buena parte de los Estados de América Latina y el Caribe, el progresismo es gobierno, se abre una oportunidad inmejorable para continuar con la tarea iniciada a comienzos de siglo y que fue trascendente en materia de políticas sociales para reducir las brechas. Asimismo, abrió espacios de concertación política a escala regional en una zona habituada a los esquemas de libre comercio, pero no al diálogo político.

La región necesita incorporar y enfatizar nuevos temas en la agenda regional que antes, por distintas razones, no tenían la visibilidad que hoy parece indiscutible como las políticas públicas de medio ambiente, la equidad de género, la libre movilidad de las personas, la transición ecológica, la defensa de la selva amazónica y de los derechos los pueblos indígenas, el desarrollo de energías alternativas y la necesidad de incluir nuevos actores sociales y económicos en los procesos regionales de integración.

América Latina y el Caribe, necesitan relanzar una arquitectura financiera, adaptada a sus necesidades y sin imposiciones, que amenacen la soberanía de nuestros pueblos y centren la mirada en la creación de una moneda única latinoamericana.

El Grupo de Puebla constata que el narcotráfico se ha convertido en un problema transnacional y global. Los principales países consumidores, deben asumir su responsabilidad en buscar una salida distinta al problema. Por eso, proponemos una alianza latinoamericana para encontrar una solución basada en la desregulación de la prohibición de las drogas, y de dar un tratamiento social y sanitario, y no exclusivamente penal, a la adicción y al consumo.

El Grupo de Puebla debe convertir su Manifiesto lanzado en febrero de 2021, en una serie de iniciativas concretas que tengan impacto en el bienestar de latinoamericanos y caribeños. Para ello, se propuso en diciembre pasado, un Modelo Solidario de Desarrollo cuyos ejes articuladores sean i) la búsqueda de la igualdad como valor central del desarrollo y la reducción de las asimetrías globales ii) la búsqueda del valor iii) una nueva política económica, diversificada y basada en la incorporación del conocimiento iv) la transición ecológica v) una nueva institucionalidad democrática y, vi) la integración regional.

El Grupo de Puebla se define como feminista y hace propias las justas reivindicaciones de las mujeres y el movimiento LGTBIQ+ en distintos lugares del mundo. Hace expresa su voluntad de contribuir a la lucha por la erradicación de todas las formas de discriminación y violencia de género. Se declara, por tanto, partícipe de su lucha por la igualdad de oportunidades y derechos, desde una perspectiva popular e interseccional. No hay progresismo, ni democracias sanas sin la participación activa de las mujeres y la comunidad LGBTIQ+ en los espacios de poder político y de toma de decisiones. Por tanto, el enfoque de género debe ser elemento constitutivo de las propuestas programáticas del progresismo y sus gobiernos. Además, asumimos el desafío de incorporar los temas de
género y equidad en nuestros diálogos y reflexiones, no solo desde las mujeres, sino como conjunto de nuestro grupo, incorporando el criterio de paridad en todos nuestros espacios de trabajo.

La región sigue observando procesos penales, juicios de contenido político y la guerra jurídica que evocan la lucha contra la corrupción como justificación, disfrazada de legalidad, para suprimir del juego político los liderazgos progresistas, como ha ocurrido en contra de Cristina Fernández, Rafael Correa, Carlos Caicedo, Luis Inacio da Silva, Evo Morales y Marco Enríquez-Ominami, entre otros. Así se producen cotidianamente suspensiones de derechos y usos estratégicos de mecanismos legales para perseguir proyectos políticos populares y tomar retaliaciones injustamente contra la oposición o contradictores políticos. Destacamos los esfuerzos del Consejo Latinoamericano de Justicia y Democracia (Clajud) para visibilizar el lawfare y trabajar infatigablemente por la soberanía latinoamericana y el respeto por los derechos humanos.

Vemos con genuina esperanza la paz total en Colombia que acabe con la guerra que, durante décadas ha entorpecido las posibilidades de un desarrollo pleno y de justicia social. Apoyamos este enfoque que ataca las causas objetivas y sociales de la violencia y tal como sucedió con los Acuerdos de La Habana, confirma que el único camino para esa anhelada paz es la negociación y la concertación incluyendo a todos los actores.

Necesitamos más integración y diálogo político. Con el nuevo panorama en Brasil se despeja el camino para su retorno a la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac) y para la reactivación de la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur).

Ambos espacios fueron debilitados cuando los gobiernos neoliberales fueron mayoría. Sin embargo, su permanencia no puede depender de los cambios de gobierno, pues son espacios indispensables para la concertación regional. América Latina necesita resignificar a Unasur y fortalecer la Celac y que, de paso, se relance el proyecto de convergencia que presupone la articulación de otras iniciativas regionales.

Este encuentro del Grupo de Puebla en la ciudad de Santa Marta constituye un esfuerzo en ese sentido, y ha congregado a distintas voces de un progresismo latinoamericano y caribeño, cada vez más diverso, para unirnos e integrarnos para el cambio.

Declaración completa:

PUEBLA 2022- DECL SANTA MARTA .docx
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