[Clarín] Coronavirus: apoyo de ex presidentes y dirigentes de izquierda para que condonen la deuda a la Argentina

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Un grupo de dirigentes de izquierda, entre ellos militantes del Grupo de Puebla, lanzó una campaña para que, en medio de los estragos a la economía que causa la lucha contra el coronavirus, los organismos multilaterales “condonen las deudas externas soberanas de los países de América Latina”. Sería un claro beneficio para la Argentina, dado el volumen sus problemas.

Se agrupan en el llamado Centro Estratégico Latinoamericano de Geopolítica (CELAG), que el sábado se pronunció así: “Ante tantas dificultades económicas, producto del avance de la pandemia del COVID-19, la condonación de la deuda externa es una acción tan justa como necesaria. Lo mismo ocurrió en otros momentos históricos marcados por grandes catástrofes como guerras, enfermedades y pandemias”. Y pidió que “a la mayor urgencia” se convoque a la Asamblea General de las Naciones Unidas para que promueva una resolución en ese sentido y que fomente “el proceso de reestructuración con los acreedores privados”.

Esta iniciativa, que sigue resultando periférica si se piensa en los objetivos que tienen hoy las grandes potencias, viene siendo deslizada por el propio Fernández, en sus recientes conversaciones internacionales. Encuentros que fueron virtuales y organizados de manera extraordinaria para coordinar políticas sanitarias, económicas y financieras que le hagan frente a la pandemia. Uno tuvo lugar el jueves pasado y en el participaron todos los líderes de los países del G20, entre ellos Donald Trump, Xi Jinping, Vladimir Putin y Emmanuel Macron. Jair Bolsonaro, reacio a comprometerse en esta lucha, pegó un faltazo.

“La urgencia que marcan las muertes ,nos obliga a crear un Fondo Mundial de Emergencia Humanitaria“, empezó diciendo el mandatario argentino en pantallas de televisión puestas en Olivos para que se comunicara con sus colegas. Habló de un “falso dilema” entre preservar y la economía y la salud. E invocando al Papa Francisco pidió a este grupo de potencias y emergentes que sus decisiones no estén “libradas a la lógica del mercado, ni preservadas a la riqueza de individuos o naciones”. Entonces celebró que a su criterio “el FMI y el Banco Mundial adviertan el ocaso del presente”, y “reconozcan lo insostenible de las deudas que soportamos los países más postergados”.

En otra aparición regional de hace más de una semana, el presidente desenfundó su propia versión de la Tercera Posición en política exterior del peronismo (“ni yankees ni marxistas” y “antiimperialista”). También en videoconferencia, Fernández le dijo al grupo que todos los países debían ser invitados en tiempos de lucha contra la pandemia. Se refería sin nombrarla a Venezuela, no incluida en esta Prosur, que reemplazó a la Unasur.

Detrás de estas posiciones intermedias hay conversaciones de Alberto F. con su gente. Con sus amigos Eduardo Valdés, que acaba de asumir la presidencia de la Comisión de Relaciones Exteriores de Diputados; con el secretario general de la presidencia, Julio Vitobello, y también con el propio canciller Felipe Solá, cuyo equipo comenzó a afilar esta idea de insistir con la Tercera Posición. A los Estados Unidos le muestra que no es aquel aliado al chavismo que encarnó el kircherismo y el cristinismo entre 2003 y 2015, y que al mismo tiempo no quiere aislamientos y sanciones para Caracas. Pero además, a los europeos les da señales de que con Argentina no hay espacio en el Mercosur para otro Bolsonaro. El brasileño no tiene buena prensa en el frente internacional.

Fuente: Clarín

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